OCTOBER 19, 2025
Dear friends,
Pope Leo called us as a Church into action in his inaugural homily on May 18, 2025:
This is the missionary spirit that must animate us; not closing ourselves off in our small groups, nor feeling superior to the world. We are called to offer God’s love to everyone, in order to achieve that unity which does not cancel out differences but values the personal history of each person and the social and religious culture of every people.
That lands right in line with the heart of our parish. Our Statement of purpose as a parish calls us to evangelize: St. Paul VI Parish is a community of believers in Jesus Christ who are united in our commitment in loving service to worship, evangelize and give. We welcome all people to join in our vision to be a light in the darkness.
Once again, our new Holy Father gives us a word that reaches directly into our mission:
Brothers and sisters, this is the hour for love! The heart of the Gospel is the love of God that makes us brothers and sisters. With my predecessor Leo XIII, we can ask ourselves today: If this criterion “were to prevail in the world, would not every conflict cease and peace return?” (Rerum Novarum, 20).
With the light and the strength of the Holy Spirit, let us build a Church founded on God’s love, a sign of unity, a missionary Church that opens its arms to the world, proclaims the word, allows itself to be made “restless” by history, and becomes a leaven of harmony for humanity. Together, as one people, as brothers and sisters, let us walk towards God and love one another.
With that same light and strength of the Holy Spirit, we are called to build the Church, to preach, to teach, and yes—to evangelize. Here at St. Paul VI Parish, we see signs of this call everywhere: in Alpha, in our school, in our faith formation for all ages, in our outreach to local colleges, in Bible Study and the small gatherings built around films, series, and books. We see it in Life Communities that create intentional spaces for prayer and conversation.
We see it in the hundreds fed twice a month at our food pantry, in our prayer groups both in-person and online, in our bereavement ministry and our CONNECT groups helping people discover their mission in the Church. We rejoice in the life of our Youth and Young Adult Ministries. We look ahead with hope to the renewal and formation work planned for the Ascension campus.
All of this is beautiful and a true sign that the Holy Spirit is at work among us. But other questions still stand, and I ask you, as I ask myself everyday: How do I evangelize in my day-to-day life? Am I a beacon of faith in my home, my family, my workplace, my neighborhood? Do I speak of what the Lord has done for me? Do I, as the Holy Father asks, “offer God’s love to everyone?”
My friends, let us allow the Holy Spirit to unlock in us what He has already begun. Let us proclaim. Let us love. Let us be unafraid to speak the name of Jesus in our daily lives.
Thank you for listening to the Lord’s call and thank you for all you do for our parish.
Father Tiano,
Pastor
Queridos amigos,
El Papa León nos llamó a la acción como Iglesia en su homilía inaugural del 18 de mayo de 2025:
Este es el espíritu misionero que debe animarnos: no encerrarnos en nuestros pequeños grupos ni sentirnos superiores al mundo. Estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos, para lograr esa unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada persona y la cultura social y religiosa de cada pueblo.
Esto concuerda con el corazón de nuestra parroquia. Nuestra Declaración de Propósito como parroquia nos llama a evangelizar: la Parroquia San Pablo VI es una comunidad de creyentes en Jesucristo unidos en nuestro compromiso de servicio amoroso para adorar, evangelizar y dar. Invitamos a todos a unirse a nuestra visión de ser una luz en la oscuridad.
Una vez más, nuestro nuevo Santo Padre nos da una palabra que impacta directamente nuestra misión:
Hermanos y hermanas, ¡esta es la hora del amor! El corazón del Evangelio es el amor de Dios que nos hace hermanos y hermanas. Con mi predecesor León XIII, podemos preguntarnos hoy: Si este criterio «prevaleciera en el mundo, ¿no cesarían todos los conflictos y volvería la paz?» (Rerum Novarum, 20).
Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios, signo de unidad, una Iglesia misionera que abra los brazos al mundo, proclame la palabra, se deje inquietar por la historia y se convierta en fermento de armonía para la humanidad. Juntos, como un solo pueblo, como hermanos y hermanas, caminemos hacia Dios y amémonos unos a otros.
Con la misma luz y fuerza del Espíritu Santo, estamos llamados a construir la Iglesia, a predicar, a enseñar y, sí, a evangelizar. Aquí, en la Parroquia San Pablo VI, vemos signos de este llamado en todas partes: en Alpha, en nuestra escuela, en nuestra formación en la fe para todas las edades, en nuestro trabajo con las universidades locales, en el estudio bíblico y en los pequeños encuentros que se organizan en torno a películas, series y libros. Lo vemos en las Comunidades de Vida que crean espacios intencionales para la oración y la conversación.
Lo vemos en los cientos de personas que recibimos dos veces al mes en nuestro banco de alimentos, en nuestros grupos de oración presenciales y en línea, en nuestro ministerio de duelo y en nuestros grupos CONNECT que ayudan a las personas a descubrir su misión en la Iglesia. Nos regocijamos en la vida de nuestros Ministerios de Jóvenes y Jóvenes Adultos. Miramos con esperanza el trabajo de renovación y formación planificado para el campus de Ascension.
Todo esto es hermoso y una verdadera señal de que el Espíritu Santo está obrando entre nosotros. Pero aún quedan otras preguntas, y les pregunto, como me pregunto a mí mismo todos los días: ¿Cómo evangelizo en mi vida diaria? ¿Soy un faro de fe en mi hogar, mi familia, mi trabajo, mi vecindario? ¿Hablo de lo que el Señor ha hecho por mí? ¿Ofrezco, como pide el Santo Padre, “el amor de Dios a todos”?
Amigos míos, dejemos que el Espíritu Santo desate en nosotros lo que ya ha comenzado. Proclamémoslo. Amemos. No temamos pronunciar el nombre de Jesús en nuestra vida diaria.
Gracias por escuchar el llamado del Señor y gracias por todo lo que hacen por nuestra parroquia.



